¿Cuántas comidas hay que hacer al día si quieres adelgazar? Aquí puedes ver cómo han cambiado las reglas clásicas y los consejos que dan los nutricionistas en la actualidad.
Los especialistas en nutrición advierten que hay que cambiar la concepción tradicional de hacer tres comidas al día (desayuno, comida y cena), para incluir un tentempié a media mañana y otro a media tarde, hasta totalizar cinco comidas.
El objetivo de estas cinco comidas es que el cuerpo tenga la energía que necesita a lo largo de todo el día, evitando llegar a la comida o a la cena con tanta hambre que nos demos «atracones». Además, comiendo más veces, pero menos cantidad, se facilitan las digestiones. Así, tan importante como consumir una cantidad adecuada de calorías diarias es la distribución de éstas a lo largo del día.
Cómo distribuir las comidas a lo largo del día
Jamás debemos saltarnos comidas, especialmente el desayuno. Algunas personas, pensando sólo en el consumo total de calorías, piensan que favorecen su línea si se saltan el desayuno. Pero el cuerpo siente la escasez y reacciona en consecuencia rebajando el metabolismo y gastando menos energía. El resultado final es una mayor tendencia a engordar.
Hacer 5 comidas al día pero evitar es el «picoteo» fuera de ellas, que a veces se convierte en incesante. Su efecto es perverso por varias razones. En primer lugar, no somos plenamente conscientes de que estamos comiendo, ni de la cantidad de calorías que tomamos. El picoteo fuera de horas supone un descontrol sobre lo ingerido, un «todo vale» mucho más difícil de controlar que cuando nos sentamos a la mesa.
El reparto ideal de calorías a lo largo del día debería ser el siguiente:
- un 25 % al desayuno
- un 35 % al almuerzo
- entre un 25 y 30 % a la cena
- el resto (10 a 15 %) quedaría para las comidas de media mañana y media tarde. Preferiblemente, frutas, verduras, yogures o zumos, y evitando en lo posible lo dulce, salado o con mucha grasa.
- El «picoteo» fuera de estas comidas debe eliminarse por completo.
En resumen, debe quedarnos clara la importancia, no sólo de la cantidad que se come, sino de su distribución adecuada a lo largo del día. Conseguirlo de forma duradera es algo fundamental para luchar contra la obesidad. Hay que rechazar actuaciones puntuales como suprimir una comida, seguir durante una semana una dieta drástica entre otras conductas erróneas dictadas por el desconocimiento. La clave está en cambiar las costumbres, y cambiarlas de forma permanente.
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