¿Sabes que hay productos light que engordan? Las trampas dietéticas a las que nos someten los fabricantes no siempre son fáciles de identificar.
Nos referimos a todos aquellos alimentos que, con denominaciones dietéticas variadas (light, bajos en grasa, en azúcar, sin azúcares añadidos…), pretenden ser la solución a los problemas de peso. A veces pueden echar una mano, pero otras muchas constituyen una trampa peligrosa. Veamos por qué.
No cabe duda que entre tomarse un yogur normal (100 kilocalorías cada 125 gramos) o uno desnatado (53 kilocalorías, que es prácticamente la mitad), es preferible el desnatado. ¿Dónde está el problema?
- En primer lugar, en muchas ocasiones la grasa del desnatado es sustituida por azúcares, a fin de mejorar el sabor. Y la consecuencia puede ser que la cifra real de calorías del desnatado (esa que figura en el envase en letra tan pequeña que apenas puede leerse) se aproxime peligrosamente a la del yogur normal. Con el problema añadido que puede suponer para las personas con problemas de azúcar.
- En otras ocasiones se reduce el azúcar pero se añaden más grasas a fin de mejorar su sabor.
¿Debemos rechazar los productos light?
La solución pasa por examinar de forma objetiva las calorías que contiene cada producto. Por ejemplo, un queso que, con sus 370 kilocalorías por cien gramos, engorde muchísimo, puede engordar simplemente «mucho» en su versión light de 260 kilocalorías. Porque no dejan de ser 260 kilocalorías.
Pero sin duda el mayor problema de los productos light es psicológico. Nos referimos al efecto sustitución y/o relajamiento de la conciencia: «Ya que me he tomado el refresco light y el café con sacarina, en vez de una manzana me tomaré un trocito de tarta».
En un estudio reciente se ofrecieron barritas de chocolate a un grupo de voluntarios que debían controlar su peso. Los voluntarios consumieron hasta un 28% más de barritas cuando eran bajas en grasa. En lugar de ahorrar calorías, realizaron una ingesta adicional de ellas.
¿Nos ayudan los edulcorantes artificiales?
Quizá pueda pensarse que, al menos, los edulcorantes artificiales sí que nos pueden ayudar a mantener a raya el peso, ya que tienen cero calorías. Pero numerosos estudios demuestran que al final se ingieren más calorías, pues nos despiertan más las ganas de comer que los edulcorantes naturales. Además, algunos pueden perjudicar la importante flora intestinal.
Esto no es una defensa del azúcar refinado. El azúcar y sus derivados son alimentos nutricionalmente vacíos, y solo nos aportan energía o, lo que es lo mismo, calorías, pero no salud. Por eso, trataremos de alejarnos de dulces, chuches, refrescos y, por supuesto, de las grasas perjudiciales (palma, coco, grasas trans), como las que suele contener la bollería industrial. Recordemos: no solo cuenta el peso; también la salud.
Deja de contar calorías y ponte a cocinar
Otra cuestión importante a tener en cuenta a la hora de elegir los alimentos es que no solo debemos mirar las calorías, ya que la calidad nutricional es también muy importante. Así, no debemos en absoluto rechazar ciertos alimentos muy sanos aunque sean muy calóricos, como el aceite de oliva (900 kilocalorías cada 100 gramos), las nueces (660 calorías) o las almendras (620 calorías); eso sí, con un consumo moderado. Igualmente, optaremos siempre que sea posible por productos integrales, más completos nutricionalmente.
Un último consejo es, en lo posible, cocinar nuestros propios alimentos, en vez de comprarlos ya procesados. Para ello puedes contar con nuestro recetario de platos ligeros. Es cierto que cocinar requiere cierta dedicación (lo que, por otra parte, también puede ser divertido), pero, a cambio, obtendremos platos más sabrosos y, sobre todo, más sanos. Controlaremos las cantidades que añadimos de sal, azúcar y grasa y evitaremos el uso de grasas insanas, muy utilizadas por la industria debido a su bajo precio y mayor duración.
Visita esta completa TABLA DE CALORÍAS.